HISTORIA DE LA CASA
Esta casa, conocida como “La casa de los escudos”, tiene su origen a finales del siglo XIX. Aunque no se conserva registro, se construyó alrededor de 1880. Pero no se erigió donde está ahora, sino en el anterior emplazamiento de Cilleruelo de Bezana. Aunque no quedan restos de su ubicación, las fuentes afirman que estaba detrás de la iglesia del pueblo. Esta casa, en su fachada principal, cuenta con dos escudos, que destacan sobre todo el entorno. Estos escudos se cree que pertenecieron a la antigua torre del Marqués de Cilleruelo, de la que ya no quedan restos. La casa tiene una distribución típica de casa de trabajo, en la que la parte delantera se encontraban las dependencias domésticas, y la parte posterior se utilizaba como pajar y cuadra. Esta división se conserva a día de hoy, aunque está muy modernizada. Como restos de lo que fue este pajar se conservan las dos columnas del salón.
Aproximadamente, entre 1906 y 1907 la casa fue trasladada a su ubicación actual. Exactamente igual que se ha hecho con templos egipcios en Europa, fue deconstruida y reconstruida de nuevo piedra a piedra. La iniciativa de dicho traslado corrió a cargo de su dueño, Don Francisco Díaz. Una vez terminada “la casa de los escudos” fue utilizada como vivienda, no como casa de trabajo con animales en establo.
En 1978, fue comprada por María Ángeles Cisneros y Clemente Lozano. Esta casa se convirtió en su proyecto familiar. Aunque se conserva la estructura inicial de la misma, este proyecto contaba con nuevas dependencias para usos diferentes. Esto implicó habilitar la parte posterior, aquella que en su origen se destinó a establos, como un gran salón con una barra. También se añadieron las habitaciones que se sitúan encima, para poder alojar a una gran familia y vivir grandes momentos en ella. En esta gran reforma que modernizó la casa, participaron tanto María Ángeles (Angelines), Clemente, el hermano de éste, Enrique, y sus cuatro hijos.
Como todo proyecto personal, se debía hacer con el sacrificio del tiempo libre, los fines de semana, y vacaciones. Por esta razón, fue una gran obra. El proyecto de una vida. Este proyecto se consideró finalizado alrededor de 2010. “Sólo” 32 años después de haber sido adquirida.
Esta casa ahora abre sus puertas como otro proyecto familiar conjunto. En este caso el proyecto de Rocío, José Ángel y sus cuatro hijas: Nora, Martina, Mencía y Gadea. Manteniendo la esencia histórica de la estructura, y la decoración inicial, se ha propuesto darle un aire ligeramente más moderno, con una decoración ecléctica, donde elementos modernos convivan y potencien la belleza natural de la construcción. Belleza que se hace evidente por sus paredes de piedra arenisca y sus columnas, techos y artesonados de madera, que transmiten una sensación de un lugar con sabor rústico, y elementos modernos que hagan agradable e inolvidable la estancia.